Personal

MAMÁ, ¿ESTÁS BIEN?

A veces no nos damos cuenta de lo importantes que son los pequeños gestos. Educar con el ejemplo es mucho más que no decir tacos o comer mucha fruta.

Educar con el ejemplo es EDUCAR, así, en mayúsculas. Porque todas y todos sabemos que nuestras criaturas son auténticas esponjas y no pierden detalle.

Basta decir una vez “mierda” para que lo repitan en bucle durante semanas (si no que se lo digan a mi ratón…)

Y es a través de esas pequeñeces que ellos van construyendo su forma de ser, su manera de comunicarse. Van aprendiendo a relacionarse con los demás, a actuar frente a una injusticia, incluso a defenderse si se sienten atacados.

De nosotros, de nuestro día a día, de la forma en que nos dirijimos a ellos y de la forma en que les tratamos. Todo cuenta. Todo se queda.

 

MAMÁ, ¿ESTÁS BIEN?

Parece una pregunta sin importancia pero lo cierto es que tiene una fuerza impresionante.

Nuestro hijo ha interiorizado esa pregunta. Porque se siente escuchado cuando se encuentra mal y se preocupa si nos ve mal a nosotros.

Se ha acostumbrado a que le preguntemos si se encuentra bien tras una rabieta, tras una caída, tras un momento de llanto o de enfado. Se ha acostumbrado a que nos preocupemos por él, a que nos pongamos de rodillas, a su altura, y le preguntemos cómo se siente.

Se ha acostumbrado al diálogo, a la conversación, a que le pongamos nombre a las emociones. Ha aprendido lo que es la tristeza, el enfado, la alegría. A sus dos años y medio nos pregunta directamente por la emoción que cree que sentimos. Y la validamos, no le quitamos importancia. Porque todas las emociones son importantes.

Ese «mamá, ¿estás bien?» es mucho más que una pregunta cualquiera. Es la empatía de un niño de dos años y medio. Es la conciencia de que nos importamos, nos escuchamos y nos sentimos.

 

Total de visitas Visitas hoy

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

cuatro × 5 =

A %d blogueros les gusta esto: