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ESO SOLO LE PASA A LOS DEMÁS

Cuando escuchamos una noticia en la televisión sobre un intento de secuestro en la puerta de un colegio o sobre algún profesor que ha abusado sexualmente de una alumna nos llevamos las manos a la cabeza. Y creo que inconscientemente pensamos: «eso solo le pasa a los demás»

Igual que el cáncer, los accidentes de tráfico o el acoso escolar. Nunca te planteas que una desgracia así vaya a caer en tu familia.
No se nos ocurriría creer que nuestro vecino de enfrente puede ser un asesino. Pero lo cierto es que los asesinos tienen vecinos. Tampoco podemos imaginar que nuestra vecina de arriba maltrata a ancianos en su trabajo. Pero lo cierto es que los maltratadores también tienen vecinos. (Y hasta parecen encantadores de puertas para afuera…)

Nos equivocamos.
Algo así nos puede pasar a cualquiera.

Todos sabemos cómo está la vida. Noticias así nos escandalizan continuamente y nos recuerdan que el mundo no es un lugar seguro.
Aunque queramos creer lo contrario.

Nuestros hijos y nuestras hijas no están a salvo. Son personas vulnerables, que según a qué edad no tienen las herramientas (en el buen sentido de la palabra) suficientes como para defenderse.

Yo, quizás por la vida que me ha tocado vivir (y que, en parte, he elegido) he visto de todo, he viajado mucho, he conocido a muchísimas personas y soy extremadamente desconfiada.

Eso no quiere decir que mis hijos vivan en una burbuja. No dejamos de ir a ningún sitio, ni de hacer alguna actividad, ni de relacionarse con otros peques. Pero sí hay ciertas «normas» internas cuando se trata de relacionarse con otros adultos.

El año pasado, sin ir más lejos, cuando tuvimos que elegir colegio, descartamos uno a pesar de que era una buena opción. Había algo que no me gustaba un pelo: participaban muchísimos voluntarios.

Al fin y al cabo no dejan de ser personas adultas, a quienes no conozco, y que van a tener relación y van a resultar conocidos para mis hijos.

En otras circunstancias no permitiría que mi hija tuviera relación con adultos desconocidos.
¿Por qué en un colegio sí?
¿Porque sea precisamente dentro del colegio?
¿Acaso el colegio o el equipo docente puede garantizar que las personas que participarán en las actividades con los niños son aptas para ello?
¿Y los colegios en los que ha impartido charlas el psicópata detenido en Valencia pudieron velar por la seguridad de sus víctimas?

No se trata de burbujas ni de sobreprotección sino de ser conscientes de la realidad en la que vivimos.
Poner los pies en la tierra y aceptar que estos psicópatas existen.
No tenemos que vivir con miedo. Es cuestión de, simplemente, estar alerta.

Sin ir más lejos hace unos meses, en el parque al que solemos ir, un padre sorprendió a un tipo de unos 30 años enseñándole el pene a unas niñas pequeñas que estaban allí jugando. Cuando se dio cuenta de que le habían pillado se subió a su coche y se fue.

Es muy bonito eso de que todo el mundo es bueno hasta que demuestre lo contrario. Pero oye, que también hay personas que son el mismo demonio.

Todavía recuerdo a un vecino que tuve durante muchos años que le daba unas palizas a su mujer brutales. Pero brutales.
Recuerdo como ella se tiró desde el primer piso a mi patio huyendo de él, llena de cortes y llorando porque la quería apuñalar. Mi madre intentó defenderla y casi nos agrede a nosotras también.
Y luego le veías por la calle y era el hombre perfecto, el vecino perfecto, el marido perfecto. Todos le saludaban, le conocían y apreciaban.

En fin. Que probablemente no ocurra nada. Estadísticamente es así. Pero seamos un poco más cautos que a veces se nos va la mano con la confianza y no sabemos quién es realmente la persona que tenemos delante.

Y nuestros hijos son lo más valioso que hay en este mundo. Un poco de desconfianza y cautela nunca vienen mal al menos para permitirnos estar alerta.

Es jodido, lo sé, pero es el mundo en el que nos ha tocado vivir y el mundo en el que les ha tocado nacer.

 

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