Reflexiones

LO QUE NUNCA ME CONTARON DE LA MATERNIDAD

Antes de ser madre escuchas (y ves) de todo. Más o menos tienes una ligera idea de que tu vida difícilmente volverá a ser la misma.

Eres consciente de que dormirás mal y menos. De que llegará un momento en el que casi no puedas ni ir al baño sola. Sabes que tendrás que cambiar muchos cafés con amigas por tardes de parque.

Pero hay cosas para las que no estás preparada. Cosas que no sabes y que nadie te cuenta.

Cuando te conviertes en madre, conoces el verdadero significado de la palabra miedo.

Porque ya un resfriado puede acabar en bronquiolitis.

Porque comienzas a darte cuenta de la cantidad de esquinas y picos que hay en tu casa.

Tiemblas cuando le ves correr cuesta abajo con la bicicleta. Y cuando se tira de cabeza por el tobogán sin poner las manos.

 

Y así pasan los años. Pero los miedos no desaparecen. Simplemente cambian.

 

Porque quiere salir sola.

Porque te pide pintarse los labios.

Porque te cuenta que un amigo de clase le ha cogido el culo. Y ella no quería que lo hiciera.

Porque le han dicho que es una guarra por darle un beso a un chico.

Porque le han dicho que es una guarra por no habérselo dado.

 

Ya no quieres ver las noticias. Hace meses que no lo haces. La violencia está por todos lados.

Y sientes miedo. No sientes nada más que miedo.

Te preguntas si te darías cuenta. Y si te lo contaría. Te preguntas una y mil veces si puedes hacer algo para evitarlo.

 

Cuando eres madre, vivir con miedo no es una opción.

Simplemente no puedes elegir. 

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